(octubre 2024)
Hace unos años escribí un cuento para un taller. Estaba solo en mi casa, corrigiendo, cuando, de pronto, imaginé que, al leer el texto al grupo, la respuesta que me daban era: qué ingenuo. Si bien en mi imaginación eran los otros quienes me juzgaban, era obvio que el juicio emergía desde el fondo de mí mismo.
Entonces, sucedió algo curioso. Velozmente, apareció otra voz que respondió: no es ingenuo, es un estudio sobre la ingenuidad. Diría que no fue un mecanismo de defensa sino de agenciamiento. Como en una suerte de arte marcial poético, supe absorver la fuerza que me atacaba y usarla a favor.
A partir de ese momento, el cuento pasó a ser, secretamente, un estudio sobre la ingenuidad. En las sucesivas reescrituras, gracias al juicio, y gracias a que pude usarlo a favor como un viento fuerte, el cuento se enriqueció.
El problema no es el juicio sino creer que el juicio nos obstaculiza. La obra se enriquece enormemente cuando incluye lo que parece querer aplastarla.
Ese agenciamiento es algo que la cultura sabe hacer muy bien: agenciarse de lo marginal, de lo contestatario, de lo que parece jugarle en contra, y hacerlo funcionar dentro de la estructura (de la sensibilidad) cultural conocida.
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La permeabilidad a lo nuevo permite que un sistema sobreviva. Sólo transformándonos podemos sostener una forma.
Lo que me pregunto ahora es en qué se diferencian la manera cultural y la manera artística de aprovechar de la diferencia, lo que amenaza.
Una hipótesis posible: la cultura se apropia de lo marginal para sobrevivir, la poesía se apropia de lo diferente para generar apertura y expansión; la cultura acepta la diferencia para reducirla y ponerla al servicio de un centro, mientras que el arte acepta la diferencia para producir novedad y variación.
La propuesta es esquemática, pero puede revelarnos dos modos en que nos relacionamos con las amenazas de la otredad. Tal vez ese experimento sensible que llamamos arte sea justamente un contexto de contención en el que podemos hacer espacio a lo que la sensibilidad cultural social cotidiana no puede hacer espacio.
En el ejemplo anterior, el cuento funcionó como un campo de hiper-inclusividad que permitió al mayor peligro (el juicio de ingenuidad) ser parte del tejido.
Tal vez nuestras mayores dificultades no sean sino el condimento fundamental de la poción. La actitud poética es hacer espacio.
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