La política del estrés

(Marzo 2022)

*

En mi opinión, los grandes cuerpos políticos, a los que denominamos sociedades, deben entenderse en primer lugar como campos de fuerzas constituidos por el estrés, a la vez que como sistemas de preocupaciones que se estresan a sí mismos y se precipitan hacia adelante permanentemente. Estos solo existen en la medida en que logran conservar su tono específico de inquietud a lo largo de la su- cesión de temas día a día, año a año. En este sentido, una nación es un colectivo que consigue mantener la inquietud común. Debe abrigar un intenso flujo constante de temas más o menos estresantes que se ocupe de la sincronización de las preocupaciones de las conciencias para integrar a la población correspondiente en una comunidad de preocupaciones y estímulos renovados a diario.

Peter Sloterdijk

Tenemos que tomarnos en serio el asunto de la felicidad. La felicidad es importante. Wim Hof dice que la felicidad es una conexión de cables en el cerebro —una adecuada circulación de energía o electricidad. La medicina tradicional china ubica la raíz de los problemas emocionales en el cuerpo. Si tenemos miedo, sugieren deficiencia en los riñones; si nos enojamos mucho, hablan del hígado. Los órganos tienen que ocuparse de las toxinas que ingerimos y producimos — azúcar, aceites procesados, humos, emociones insistentes y adictivas, etc. Masaru Emoto mostró cómo la vibración generada por el pensamiento produce efectos físicos en las moléculas de agua. ¡Somos agua! Andrew Huberman explica el poder que ciertas prácticas de gratitud tienen sobre el cerebro — específicamente sobre el neo-córtex. La depresión, ¿puede curarse con un poco de agradecimiento?

Franco Bifo Berardi propone que, en alguna medida, la Revolución Rusa surgió de la depresión de Lenin. No creo que podamos negar el hecho de que los movimientos políticos y sociales, grandes y pequeños, son profundamente afectados y determinados por los procesos mentales, emocionales y también físicos de sus actores. Pienso que no le damos valor suficiente a esa relación. Claro que los políticos toman decisiones en base a relatos que les superan y que tienen más poder que ellos en tanto individuos; pero eso no quita que la manera en que los individuos se vinculan con esos grandes relatos no esté de alguna manera afectada y determinada por su estado psicofísico. Los relatos socioculturales que mueven gran parte de las decisiones de los gobernantes son en gran medida traccionados por el miedo y la sensación de urgencia. La urgencia es un relato antiguo que, por la enorme inercia que tiene, nos atropella y parece no dejar opción. Hace falta un caudal de energía importante para vencer la inercia del relato de la urgencia. La pregunta entonces es en qué medida el estado físico, emocional y mental de las personas (específicamente de las personas responsables de tomar decisiones por el colectivo, pero en verdad de todxs) puede permitir vencer o al menos reconocer esa inercia. ¿Una persona saludable responde a los medios de comunicación de la misma manera que una persona asustada? ¿Un presidente saludable no tomaría mejores decisiones que uno más desequilibrado? ¿No es la actividad política demasiado estresante como para permitir decisiones ecológicas? ¿Alguien se ocupa del estrés crónico de lxs gobernantes? ¿Por qué las medidas oficiales contra un virus son principalmente (y casi que únicamente) paliativos que tienen más que ver con el aislamiento que con la circulación? ¿Pensamos la salud como una asepsia amurallada más que como la circulación de la energía?

No estoy diciendo necesariamente que el aislamiento no tenga su posible valor, lo que me pregunto es por qué en estos años no escuché a ningún gobernante hablar de la importancia de potenciar el sistema inmune —y ni siquiera con medicamentos, sino simplemente con tecnologías caseras y gratuitas. ¿Por qué, con la cantidad de evidencia científica que hay, los presidentes no hablan de lo valioso del ayuno y del contacto con el agua fría? Sí, está bien, cada cuerpo es único, tal vez el agua fría no sea para todo el mundo; pero, si cada cuerpo es único, ¿por qué tantas recetas generales?

Pienso que la salud es un proceso de investigación y exploración. Me parece más saludable enfrentar los síntomas como invitaciones a la exploración que como problemas a solucionar. ¿Por qué no se habla del impacto de los pensamientos en el cuerpo y de lo importante del entusiasmo y la creatividad? ¿Por qué no se reconoce, a nivel social, la adicción profunda que tenemos al azúcar?

El azúcar, como las armas y los fármacos (físicos y estéticos), vende ¡mucho! Está más que demostrado que el azúcar nos hace mal, nos debilita, nos mata —como las armas, como muchos remedios. ¿Por qué, entonces, nos seguimos inyectando la sustancia? ¿Por qué la sociedad está tan organizada alrededor del chocolate? La respuesta es obvia y grosera: el engranaje capitalista y la estética del ego funcionan mediante el adormecimiento y el debilitamiento sistemático del individuo. Es un círculo vicioso: la carencia afectiva es cubierta por la glucosa y, a su vez, el sistema adormecido por las heridas del azúcar no tiene la capacidad de reconocer la sutileza de los afectos.

Este es un fragmento del libro «Estamos aprendiendo a vivir».
Para leer el libro, haz CLIC AQUÍ.

*

Escribir es mi trabajo. Le dedico horas y neuronas.
Si leer esto te sirvió, colabora con una donación para que yo pueda seguir escribiendo.

¡Muchas gracias!
——Para colaborar, click aquí

PARA RECIBIR EL NEWSLETTER MENSUAL, SUSCRÍBETE EN EL PIE DE LA PÁGINA

Otra forma de colaborar: ¡COMPARTE!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Carrito de compra