Cuando decimos “tengo un bloqueo creativo”, ¿a qué nos referimos? No, en serio, ¿a qué nos referimos?
Lo del bloqueo creativo, sobre todo el bloqueo de escritor, es desde hace rato un lugar común. Podemos pensar al bloqueo creativo como una de esas enfermedades que aparecen cuando se las nombra —la profecía auto-cumplida o un diagnóstico peligrosamente simplificador.
A veces, simplificar puede tener sentido. En general, simplificar sirve como modo de supervivencia. Por ejemplo, necesitamos decidir que una persona es peligrosa porque sus decisiones amenazan nuestra salud. Claro que peligrosa es una etiqueta, o un mapa terriblemente simplificador; esa persona, como cualquiera, es un universo complejo con sus múltiples líneas de fuerza, sus razones y sus misterios —es mucho más que peligrosa, pero ahora tenemos que decir (decidir) que no, para salvarnos. Para sobrevivir, necesitamos (muchas veces, creemos necesitar) mapas. Los mapas son simplificaciones del territorio, funcionales a un propósito, explício o implícito.
En lo que llamamos procesos creativos, simplificar puede no tener tanto sentido; sobre todo cuando lo que estamos creando no pone en riesgo la supervivencia —al menos, no la supervivencia física (eso que llamamos la vida). Si no necesitamos sobrevivir, entonces, ¿para qué simplificar? Una posible respuesta puede ser ésta: simplificar sirve para organizarnos: una agenda es como un mapa: decidimos, por ejemplo, que tal día tendremos ganas de escribir.
Pero vayamos más allá.
Digamos esto: si en el arte simplificamos, es para ir hacia lo complejo. Si momentáneamente nos entregamos al mapeo reductor, debería ser para conducirnos hacia el estallido, hacia ese temblor de la sensibilidad que llamamos experiencia estética. El problema con esta visión es que podría ser interpretada así: el fin justifica los medios. Es lo que pasa en gran parte de nuestra narrativa: el final de la historia es entendido como el orgasmo poético que libera la energía reprimida, comprimida, contenida o controlada durante el viaje del relato.
Al crear, nos recreamos a nosotros mismos —es decir, crear implica transformación, y no sólo del objeto creado, es decir, no sólo de la obra: la entidad creadora (la entidad que se considera creadora), para poder crear novedad, tiene que sí o sí reformular sus estructuras. Una antena, para captar nuevas frecuencias, necesita variar. Crecer tiene un costo. Si no nos transformamos, el mundo no se transforma. Crear algo es recrearnos. El cuerpo psíquico del poeta necesita abrir nuevos portales para escuchar nuevos vientos o para captar nuevas frecuencias. Variar. Lo que está en juego en todo proceso creativo es nuestra decisión de no cambiar.
Hipótesis: lo que intentamos defender con la idea del bloqueo creativo es nuestra identidad que no quiere cambiar.
Lo único que un proceso creativo debería poner en riesgo es nuestra decisión insistente de no cambiar. Blanchot lo decía en relación a la lectura: lo que amenaza la lectura, decía, es la insistencia del lector por seguir siendo él mismo. Para poder leer realmente, para poder crear lecturas, necesitamos transformarnos. No somos quienes llegarán a otro lado. Para llegar a otro lado tenemos que cambiar.
Si definimos una situación como bloqueo, probablemente lo que estemos haciendo, en secreto, sea intentar preservar esa decisión de no cambiar. La idea de bloqueo ¿sirve para no cambiar?
Cuando alguien me dice “quiero escribir, pero no lo hago”, surge en mí una sospecha inevitable. Decir que quieres escribir y no lo haces es como decir que quieres tomar ese vaso de agua que tienes enfrente, pero no lo haces.
Escribir es sólo estar escribiendo. Escribir es reconocer que ya estás escribiendo. La única excusa para no estar escribiendo es no tener lápiz o papel —y ni siquiera, porque también puedes escribir en tu mente. De hecho, lo estás haciendo todo el tiempo. Creer que no estás ya escribiendo es no asumir que, aunque sea por default, estás escribiendo.
Escribir es asumir que ya se está escribiendo.
Estás escribiendo. AHORA, estás escribiendo. Si estás escribiendo, ¿cómo puedes argumentar que estás bloqueadx?
Si crees que quieres escribir y no lo haces, podrías preguntarte si, detrás de esa idea de que quieres escribir, no habrá algo más —¿qué más estás queriendo? Por ejemplo, ¿quieres escribir o quieres demostrar que vales? ¿Quieres escribir o quieres escribir algo bueno? ¿Quieres escribir o quieres querer escribir? ¿Quieres escribir o quieres sufrir creyendo que no puedes hacer lo que crees que quieres hacer?
Hipótesis: la noción de bloqueo es señal de que el circuito creativo se ha neurotizado. La neurosis es sólo un loop del pensamiento que no nos deja ver más allá de un círculo acotado de posibilidades repetitivas.
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Decir que quieres escribir es como decir que quieres cambiar —como si el cambio comenzara en una decisión consciente. El punto es que ya estás cambiando. Es inevitable, no cambias porque quieres, cambiar no es tu decisión: las olas no nacen en ningún lado. La escritura tampoco. El agua se mueve, ni en el estanque está estancada.
Sólo un autor (una identidad que se cree autora de un camino que supone le llevará a la felicidad en alguna de sus formas) puede sentirse bloqueado. Sólo un autor puede sentirse bloqueado. Sólo un autor puede creer saber que el río debería fluir de otra manera. Sólo un autor puede pretender ser el autor de la corriente de un río. Sólo un autor puede creer que escribe cuando quiere.
Hacemos de la creatividad un asunto demasiado personal. Tienes que creer ser alguien para sentir que no puedes. El problema del arte, escribió el cineasta Caveh Zahedi, es el del ego. El arte es una investigación de ese circuito neurótico (acotado, simplificador) que llamamos ego o personalidad. El arte es un giro hacia el reconocimiento de que no somos sólo nosotrxs (personas con nombre y biografía) quienes están creando.
Tampoco se trata de que no somos nadie. Esto es una invitación a considerar la posibilidad de que exista una inteligencia que no es la inteligencia acotada de tu personalidad; y la posibilidad de que la creatividad involucrada en tus procesos creativos no sea solamente tuya.
Caminar es una buena forma de reconocer que no estamos bloqueadxs. Más allá de nuestras ideas acerca de cuántas páginas brillantes deberíamos haber escrito hoy, el mundo sigue sucediendo.
Podemos pensar que no escribes porque quieres, o cuando quieres; escribes (hablando de escritura creativa) cuando escribes. Y, cuando escribes, ya estás escribiendo. Escribes porque ya estás escribiendo.
Si la idea del bloqueo me molesta es porque creer en el bloqueo implica creer que debería estar sucediendo otra cosa —implica no reconocer que la ola no se detiene, y que la vida no para de crear: implica no asumir que el curso del agua creadora a veces aparenta detenerse, implica decidir no sentir los movimientos minúsculos en el interior de cada detención, implica no reconocer tu exigencia y tu arrogancia, que es lo único que te impide notar que ya estás escribiendo, ¡y que no puedes parar!
El bloqueo creativo es una decisión de no escuchar por dónde SÍ está fluyendo la creatividad. El bloqueo creativo es un error perceptivo —una simplificación, una insensibilidad.
La enunciación del bloqueo es un síntoma. Quien dice tengo un bloqueo creativo podría preguntarse cómo se siente creer en su afirmación; luego, ¿cómo se sentiría no creer en ella? ¿Y si no fuera verdad que estás bloqueadx?
La pregunta es ésta: ¿qué estás intentando dejar afuera de la pista de baile?
La imagen: lo que estás pensando como muro, como obstáculo, como bloqueo, tal vez no sea sino tu pista de baile. Tal vez sólo estás queriendo caminar hacia el piso. Tu traba es tu escenario —tu campo de juego. Tu obstáculo es tu pista de baile.
Toca bailar con lo que molesta. Eso mismo que crees que es lo que te impide crear, aunque ni sea algo reconocible, identificable o nombrable, puedes subirlo a la pista de baile, invitarle a bailar, escucharle moverse. Rollo May decía que no necesitamos deshacernos del miedo para ponernos a crear, necesitamos crear con el miedo. Todo es materia prima. La creatividad no está en la lucha con lo que es. La batalla implica cierto nivel de creatividad, pero el nivel de creatividad de la guerra es mínimo comparado con los niveles insospechados de creatividad que se despiertan con una actitud integradora. El pantano tiene mucho para darte. ¡A escucharlo pues!
¿Estás creando o con ganas de crear y necesitas una mano?
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Desarrollo de obra y procesos creativos
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